agosto 31, 2007
Muñeca de trapo
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Juegos de niñas
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agosto 30, 2007
Nombres
o también lago, o nube.
Pero también puedes llamarlo mar, arena o viento.
En cada uno de ellos encuentras el árbol de la vida.
Lo que te ha engendrado está producido por otro,
y así sucesivamente.
Lo que tú llamas padre, para otro es hijo.
Si te atienes a los nombres pierdes de vista el Uno.
Los nombres son muchos, mientras que el Uno es único.
Ese es el árbol que estás buscando.
Te has tomado tu misión al pie de la letra,
por eso has fracasado.
Así fue como descubrió las raíces del árbol,
buscando en su propio corazón. "
Rumi
Cuando hace frío
agosto 29, 2007
Luna
agosto 28, 2007
La risa
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Cómo trepar al árbol de la vida
Así que si el arte no nos salva, como desearíamos de las guerras, las privaciones, la envidia, la codicia, la vejez ni la muerte, puede en cambio revitalizarnos en medio de todo.
Segundo, escribir es una forma de supervivencia. Cualquier arte, cualquier trabajo bien hecho lo es, por supuesto.
No escribir, para muchos de nosotros, es morir.
Debemos alzar las armas cada día, sin excepción, sabiendo quizá que la batalla no se puede ganar del todo, y que debemos librar aunque más no sea un flojo combate. Al final de cada jornada el menor esfuerzo significa una especie de victoria. Acuérdense del pianista que dijo que si no practicaba un día, lo advertía él; si no practicaba durante dos, lo advertían los críticos, y que al cabo de tres días se percataría la audiencia.
Hay en esto una variante válida para los escritores. No es que en unos pocos días se vaya a fundir el estilo, sea lo que fuere.
Pero el mundo le daría alcance a uno, e intentaría asquearlo. Si no escribiese todos los días, uno acumularía veneno y empezaría a morir, o desquiciarse, o las dos cosas.
Uno tiene que mantenerse borracho de escritura para que la realidad no lo destruya.
Porque escribir facilita las recetas adecuadas de verdad, vida y realidad, que permiten comer, beber y digerir sin hiperventilarse y caer en la cama como un pez muerto.
En mis viajes he aprendido que si dejo de escribir un solo día me pongo inquieto. Dos días y empiezo a temblar. Tres y hay sospechas de locura. Cuatro y bien podría ser un cerdo en un lodazal. Una hora de escritura es un tónico. De nuevo en pie, corro en círculos clamando por un par de polainas limpias."
Ray Bradbury. Zen en el arte de escribir.
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Amado monstruo
"De vez en cuando, llega una voz inesperada que nos devuelve la confianza y nos sirve de estímulo para continuar viviendo"
Javier Tomeo. Amado Monstruo
Guardado en textos
agosto 27, 2007
agosto 26, 2007
Los sueños
Guardado en viento
agosto 25, 2007
Naturaleza
Guardado en el mar
agosto 24, 2007
Cartas a Lucilio
"De una sola cosa querría convencerte: de que siento cuanto digo, y no solamente lo siento, sino que le tengo aprecio"
Séneca
agosto 23, 2007
Mi abuelo Joaquín
A MI NIETA
Reir alegres conmigo
En esta feliz mañana
Cantar, lindos pajarillos,
Y repica tú, campana,
¡Que es el santo de mi nieta…!
La más preciosa de España.
Es inmensa tu alegría
Y tu hermosura, sin par,
Como hija de la Chati
Y de Joaquín, a la par.
Quiero decirte, Virginia,
Con cariño y mucho amor,
Que, como dice tu padre,
Eres una roja flor.
Tienes aires de gitana
Y cara de Macarena,
Como nacida en Logroño
Y bautizada en Albelda.
Eres tan linda, chiquilla,
Como una hermosa mezquita,
Por eso te quiere el Poti
Y te adora mi Pengrita.
Quisiera terminar esto
Entre estrellas y luceros,
Y decirte, muy dichoso,
Que te adoran tus abuelos.
Joaquín Ruiz
Septiembre, 1977
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El barón rampante
"Tan grande es la fuerza y la certeza que ese árbol pone en ser árbol, la obstinación de ser pesado y duro, que se expresa incluso en sus hojas"
Italo Calvino. El barón rampante.
Guardado en textos
agosto 22, 2007
Las palabras
“Las palabras, como los rayos X, atraviesan cualquier cosa, si uno las emplea bien."
A. Huxley. Un mundo feliz.
Guardado en las palabras
Cuarto de juegos
Guardado en el mar
agosto 21, 2007
Las ciudades invisibles
Las ciudades invisibles. I. Calvino
Sintonía
agosto 20, 2007
Rojo
Guardado en Familia
agosto 19, 2007
El centro
agosto 18, 2007
Memes
Me levanto por la mañana y me encuentro con un mail de Mariana en el que me reta (utiliza esta expresión) a escribir mis 8 memes. ¿Memes? En la vida había escuchado esa palabra pero si me dejo llevar por su sonido me lleva a la infancia y veo a un bebé muy pequeño diciendo sus primeras palabras. Por suerte, Mariana tiene la delicadeza de adjuntarme un enlace que me lleva directo a sus memes y de los suyos a los de otros. Así que, después de navegar un poco entre memes, ya sé lo que son, memes son secretos inconfesables. Me doy un paseo con la idea de los memes en la cabeza, y no se me presenta ninguno, pero igual acepto la propuesta de Mariana porque es mi amiga y porque la quiero, y me tiro de cabeza a esta, mi primera cadena de blogeros. Mariana, no te prometo que lo que escriba aquí sean ocho secretos e inconfesables, pero sí te prometo que escribiré ocho ;-)))
Nací en San Mateo, la fiesta de la vendimia, mis padres estaban viendo un partido de pelota cuando le clavé la uñita a mi madre para romperle la bolsa de agua. No fue por maldad, solo quería venir a las fiestas. Mis padres no terminaron de ver el partido y mucho menos pudieron ir al teatro y el ginecólogo tuvo que marcharse de su fiesta de disfraces para atender el parto de mi madre. Siempre he pensado que lo de que atendió el parto disfrazado de rumbero era una leyenda, hasta el otro día, que nos encontramos con él y mi padre me lo presentó: “es Manolo, el que te trajo al mundo” Y Manolo se rió y me dijo que ese parto nunca lo ha olvidado. También me contó el final de la historia, después del parto volvió a la fiesta y en poco tiempo se fue a casa.
Cuando era pequeña, puede que hasta los 5 años o tal vez 7, creía que los tobillos eran los riñones. Alguien me había enseñado la forma de los riñones y los tobillos debieron de ser lo más parecido que encontré en mi cuerpo, claro, ni sospechaba que también veníamos rellenos. Descubrí la verdad el día que le dije a mi madre, delante de sus amigos, que me dolían mucho los riñones. “¿Los riñones? ¿estás segura? Eres muy pequeña para que te duelan los riñones”, me dijo. Y entonces le señalé mis tobillos, que estaban negros y llenos de rozaduras de andar en bici. Lo siguiente que escuché fue una gran carcajada, y luego la triste realidad: aquello se llamaba tobillo (Mi pregunta entonces, ¿dónde estaban los riñones? Todo un misterio)
El primer regalo que me hizo el ratoncito Pérez fue un billete de 500 pesetas. Después de dar saltos de alegría con él en la mano tuve una gran idea: podía dar una sorpresa a toda mi familia. Corrí a mi habitación y me escondí con el billete debajo de la cama, donde lo corté en trocitos muy pequeños (lo más pequeños que pude). Cuando tuve todo el billete bien desmenuzado salí con él en las manos gritando “¡Sorpresa!” También fue una sorpresa la bronca me cayó, y puede que esta fuera mi primera decepción con la vida.
Cuando tenía cinco años pasé tres meses en la cama, en reposo absoluto. Recuerdo a mi madre sentada a mi lado, leyéndome cuentos y contándome historias, y a mi hermana, que me llevaba al baño en brazos y me dejaba andar desde la puerta hasta el inodoro y este paseo, el más largo que podía permitirme, me hacía tremendamente feliz, y también recuerdo el día que mi padre trajo un video a casa y me lo puso en la habitación, era la primera vez que veía un aparato así, y las películas de Mortadelo y Filemón que veía con mi hermano al lado. Y, sobre todo, me acuerdo de: “Agárrame ese fantasma”, una película de Abott y Costello que veía todos los días y, cada uno de ellos, me hizo reír como si fuera la primera vez que la veía.
Mi hermana me enseñó a conducir cuando tenía trece años. Me dijo: “estas son las marchas, este el acelerador, venga prueba”. Y probé. Lo que había delante era el coche de mi madre. Le rompí el intermitente izquierdo y volvimos a casa con la cabeza muy baja.
No tengo cosquillas en los pies. Mi hermano se las llevó un día después de muchas sesiones de cosquillas. Aún recuerdo cómo las carcajadas rebotaban por todo el edificio.
La primera vez que me desnudé delante de un chico tenía cinco años. Me quité la ropa y le canté una canción de amor. Tardé 23 años más el volver a hacerlo. En desnudarme de verdad, con el corazón, me refiero.
Tengo una amiga con la que solía salir a volar. Hacíamos piruetas en el aire y desde arriba veíamos cómo el mundo estaba lleno de magia. Después, algo nos llevó de vuelta a la tierra y, durante bastante tiempo dejamos de volar. Ni siquiera volábamos en sueños, y dejamos de creer en la magia. El otro día volví a volar, ella no venía a mi lado, desde arriba vi de nuevo que el mundo estaba lleno de magia y volví a la tierra riéndome. Cuando se lo conté me dijo que no, que una vez que dejas de creer en la magia nunca más la vuelves a recuperar. Pero yo sé que sí, que se puede recuperar, la infancia, la magia, las alas. Ahora solo quiero que confíe, que me de la mano.
Aunque no me gusta la palabra retar, me animo a hacer lo que Mariana ha hecho conmigo -porque la experiencia, en el fondo, me ha gustado- con Chus y con Marina, ¿Os animáis a escribir vuestros 8 memes? Como dice, Mariana, esto os pasa por escribir en agosto. Y añado algo más, por hacerlo tan bien.
agosto 17, 2007
Sin chistera
agosto 16, 2007
Magia
Guardado en el mar
agosto 15, 2007
Corazones de hilo
Guardado en Familia
agosto 14, 2007
Guateque
agosto 13, 2007
En busca de los bichos