julio 31, 2007

Fuentes de energía

Me quedo con el mar y con el sol como fuentes de energía, con un desayuno al aire libre, las facturas con café. Me quedo con el viento y con la arena que se lleva de la palma de las manos; con los amigos que se toman conmigo una cerveza en mitad de la Plaza Mayor, en La Latina o en Malasaña. Me quedo con la tolerancia, con las flores, con los que saben calzarse otros zapatos, con los que perdonan desde dentro, con los que tienen el corazón grande. Me quedo con las historias, con Woody Allen, con el sonido del yembé y del cajón flamenco, con un paseo por el campo o la ciudad, con las dos hermanas flaquitas y pequeñas. Me quedo con las cosquillas de mi madre y con el corazón de mi padre. Me quedo con los pies en la tierra; pero me dejo a mano las alas que me ayudan a salir volando de los cuartos oscuros.

Despertar

Suena el despertador a las siete de la mañana pero no lo escucho y el sonido del despertador se incorpora en mi sueño -estoy con mis amigos, haciendo una fiesta-. El despertador sigue sonando y tardo un rato en reconocer que ese sonido no es de mi sueño, que está forzado ahí dentro, y abro los ojos. Recorro la habitación buscando con los ojos dormidos de dónde viene el sonido, y al ver sobre la mesilla el despertador -que también emite luces cuando suena- comprendo qué es lo que está pasando. Apago el despertador de forma que vuelva a sonar en diez minutos. Suena y lo vuelvo a apagar. Diez minutos más. Así pasan dos horas -solo tengo que mover un dedo, darle a un botón-. A las nueve consigo ponerme en pie. Tengo tanto sueño, que solo quiero pasar el día soñando.

julio 29, 2007

Cadencia

Me miras a los ojos, poco antes de que salga la luna, y me pides que te corte el pelo. Te digo que sí y me das un beso. Vas al baño y te desnudas. Colocas la maquinilla al tres y te recorro con ella la cabeza. Te duchas, yo recojo tu pelo, que en el suelo parece más oscuro, y apareces de nuevo oliendo a jabón. Te recorro la cabeza con la mano. Me gusta. Se hace de noche, nos sonreímos y nos vamos cerca del mar, para ver como ilumina el agua la luna llena. Nos tumbamos en la arena, vemos las estrellas, y me escribes una frase preciosa en el brazo mientras la luna trae olas de luz hasta la orilla. Dormimos abrazados, con la ventana un poco abierta para que nos acompañe el aire. Despierto a tu lado, me abrazas, te abrazo, y caminamos de nuevo juntos hasta el mar, y el sol ilumina las olas y manda luz hasta la orilla.

Conexión

Pones en marcha el motor del coche y enciendes el aire acondicionado antes de entrar. Colocas las sillas de los niños sobre los asientos traseros. Nos damos el último abrazo y os metéis dentro del coche. Nosotros nos quedamos afuera, de pie en el asfalto -aún hace calor- y nos decimos adiós con las palmas de las manos hasta que dejamos de vernos.

julio 28, 2007

El viento

Te montas en el coche y sientes mucho calor. El asiento se te pega en las piernas y la frente te suda. Te retiras el sudor con la mano, también por debajo de la nariz, bajas todas las ventanillas, levantas el techo solar y dejas que el aire te revuelva el pelo. Que te despeine y te quite las gotas de sudor. Bebes un trago de cerveza fría, pones música y sientes el viento en la cara y dejas que el viento te vuele el pelo y que te dibuje una sonrisa. Si vas en el asiento de atrás, puedes cerrar los ojos. Y cuando los abres, ves campos de naranjas o a veces el mar y olas rompiendo contra el muro. Después de un rato más de viento, ya no sientes nada de calor. Y cuando llegas a casa, está la luna en el cielo. Y sigue soplando el viento. Como una caricia.

julio 27, 2007

Nostalgia

Ir a la playa y no encontrarte leyendo. Volver de la playa y que no estés merendando en la cocina. Que no esté tu ordenador enfrente del mío.

Patricia

Hoy Patricia quería jugar a las cartas y nos ha animado a todos a jugar con ella. Entonces ha sido cuando ha empezado a repartinos sonrisas a todos. Siempre ganaba el que jugaba con ella. Ha empezado con Hernán y ha ido dando la vuelta a la mesa hasta llegar a Coty, sentándose cada vez con uno, para que todos pudiéramos jugar con ella y tener buena suerte. Es su sonrisa, un poco desdentada y preciosa. Y también ha sido Patricia, y su sonrisa, quien ha hecho que esta tarde volviera a estar tan contenta como ayer. Porque después de jugar a las cartas hemos ido a la playa, ha puesto su toalla al lado de la mía y me ha contado que de mayor quiere cuidar bosques y que gustan mucho los animales. Me ha preguntado qué querría ser de mayor si fuera una niña y también me ha dicho que confunde la palabra cobrar con la de pagar, que a veces se equivoca. Y yo me he reído porque me encanta que me hable y ella se ha tapado la boca con las dos manos, una cruzada con la otra, para reírse más. También me ha enseñado a partir piedras pequeñas con una más grande. Dice que casi siempre juega a eso con sus amigas en el recreo, y que algunas piedras son brillantes por dentro. Cuando le ha salido una brillante me la ha enseñado y ha sido entonces cuando he logrado partir una piedra pequeña con otra grande. Por eso le he pintado una flor azul en la mano y seguido, ella me ha regalado otra a mí. Después nos hemos pintado otra flor azul en la pierna y otra en el brazo. Y una en el tobillo que sonríe y tiene ojos. También nos hemos pintado en la espalda y en los dedos de los pies y de las manos. Dos cuerpos llenos de flores azules han vuelto a casa sonriendo. Al cabo de un rato, Patricia, nos pregunta que si volvemos a jugar a las cartas.

La familia (dentro y fuera)

Todos juntos en una misma casa: los niños en el sofá granate de rayas, los mayores tomando el sol en la terraza. Colchonetas hinchables para la noche y por el día la casa llena de cosas: crema, galletas, libros, unas gafas de sol rosas, un bolso de ganchillo, toallas llenas de arena, bañadores y gafas de bucear, una libreta, pinturas y un libro de cuentos, collares y una caña de pescar.
Todos juntos fuera de la casa, en el mar, caminando de la mano en contra de la corriente. Un línea larga, vertical, que rompe las olas con las piernas para poder avanzar. Manos unidas llenas de sal. Las risas de los niños. Las risas de los mayores. Mojadas. Saladas.

julio 26, 2007

El mar


Una sombrilla azul y un hombre sentado en una silla plegable. Un niño rubio y otro moreno pescando en las rocas. Dos niñas que juegan a dar palmas. El mar blanco de espuma. Una ola que moja unos pies y unos dedos llenos de gotas. La arena pisada por el tractor y al lado de las huellas, algunas piedras. Un perro mestizo recorre la orilla detrás de una gaviota. Detrás, una grua rompe el paisaje.