julio 31, 2007

Despertar

Suena el despertador a las siete de la mañana pero no lo escucho y el sonido del despertador se incorpora en mi sueño -estoy con mis amigos, haciendo una fiesta-. El despertador sigue sonando y tardo un rato en reconocer que ese sonido no es de mi sueño, que está forzado ahí dentro, y abro los ojos. Recorro la habitación buscando con los ojos dormidos de dónde viene el sonido, y al ver sobre la mesilla el despertador -que también emite luces cuando suena- comprendo qué es lo que está pasando. Apago el despertador de forma que vuelva a sonar en diez minutos. Suena y lo vuelvo a apagar. Diez minutos más. Así pasan dos horas -solo tengo que mover un dedo, darle a un botón-. A las nueve consigo ponerme en pie. Tengo tanto sueño, que solo quiero pasar el día soñando.