Apenas aprendió a andar, su padre le tomó de la mano y le dijo: "ven, te enseñaré lo que es la vida". Primero hizo el recorrido por dentro de la casa: los enchufes dan corriente si metes los dedos, las tijeras cortan, igual que los cuchillos que también cortan y pueden hacer sangre. La ventana es otro peligro, hay gente que se tira y personas que se caen. El gas asfixia, los productos de limpieza envenenan y las pastillas de mi armario también. Después le llevó a la calle: aquí hay que estar más atento, le dijo, la calle está llena de peligros: los coches tiran a las motos al suelo y levantan por el aire a los peatones, en la carretera hay accidentes mortales y en los parques la gente coquetea con navajas y cartones de vino, los perros que ves corriendo por la hierba muerden, los jóvenes fuman marihuana y los mayores regalan a los niños caramelos envenenados...El niño escuchó a su padre sin decir ni una palabra y cuando volvieron a casa se encerró en su cuarto. Llenó con sus juguetes (de los que no ahogan ni envenenan) la alfombra antigolpes, cerró los ojos y decidió quedarse allí para siempre.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
El comentario es: Sin comentarios.
Burbujas, verjas, límites,...¿y la vida?. Pues eso, en una alfombra anti-golpes.
el paisquiatra brasileño jose angelo gaiarsa ya lo ha dicho..... nuestra educación es un desastre!.... y yo pregunto ¿cuando empezaremos a enseñar nuestros hijos a amar?....
Publicar un comentario