junio 24, 2008

Avispas

Un día L. se despertó con la piel llena de avispas. Tenía avispas adheridas a la piel como garrapatas. S. le dijo que si estiraba las patas de las avispas con mucha delicadeza, ellas saldrían volando y no le picarían. Se puso frente al espejo y con mucha paciencia hizo lo que S. le había recomendado. A través del espejo vio también cómo las avispas hacían una nube de vuelo a su espalda, y cómo se marchaban volando después.

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