Y al volver, M. encontró la playa llena de gaviotas. Nunca había visto tantas. Todas tan parecidas, de pie sobre la arena. Cuando volvió a la mañana siguiente, había menos, aunque aún quedaban muchas. Le preguntó al marinero: ¿qué hacen aquí? Algo pasa con el mar, respondió, pero lo mejor es que se lo preguntes a él. Entonces M. miró al mar, no con los ojos, con el cuerpo entero, y descubrió miles de gotitas de oro. Al volverse hacia la orilla, las gaviotas ya no estaban ahí, se habían ido volando, hasta el sol. Y M. volvió a volar, como solía hacer.
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6 comentarios:
Jopetas! Qué bonito esto que cuentas! Me pone la carne de gallina!
Como se nota que eres mi hermanita, nunca faltas por aquí. Muchas gracias, preciosa.
Aix..
yo no soy tu hermanita, pero me encanta lo que escribes!!!
Me encanta como consigues hacer sonreir mi corazón.
Muchas gracias!!!
Aix..
yo no soy tu hermanita, pero me encanta lo que escribes!!!
Me encanta como consigues hacer sonreir mi corazón.
Muchas gracias!!!
La dança da curiosidad y la experiencia!
A hacer la pergunta, és como batesse en la puerta da dimension que querias entrar, e despues de entrar bailou com sus ojos el encanto de vivir el presente.
Olé!
FÉ
Y no se chocó con el techo, porque lo había derribado hace tiempo :-)
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