No, pequeñito, el collar ni me embellece ni me afea, podríamos decirlo así. Lo que sí embellece mi día es que vengas a la cocina y me digas que ya lo has terminado, que me lo pongas alrededor del cuello con tus manos, tu sonrisa, que te pongas contento al ver tu trabajo, sentir cerca del corazón el fruto de tus manos, tus segundos, argolla a argolla, que me hagas este regalo solo porque te ha apetecido. Sí, pequeñito, agradezco que digas que hago bonito el collar; pero no es eso, date cuenta, cariño, son tus manos las que son preciosas.
abril 14, 2008
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